martes, 4 de agosto de 2015

Día 1: Bienvenidos a Berlín!!!

Tras casi una noche en vela por los nervios de nuestro primer viaje al extranjero, llegó el momento de volar a Berlín desde Oporto (Portugal) con Ryanair. Nuestro vuelo salía al mediodía por lo que decidimos ir al aeropuerto en autobús con la empresa Autna, el bus iba demasiado lleno y nos metieron a última hora porque sobraban dos sitios justos, hubo bastante confusión y descontrol a la hora de meter las maletas y comprar los billetes por lo que esta empresa debería mejorar notablemente este servicio.

Al llegar a Sá Carneiro, comimos y ya nos metimos para hacer el check-in. Recorrimos toda la terminal para conocerla, era la primera vez que volábamos desde Oporto, y nos dirigimos a la puerta para entrar en el avión.


El vuelo fue normal con alguna pequeña turbulencia pero nada sin importancia a destacar pero lo que nos sorprendió fue el aterrizaje tan fuerte, saltamos de los asientos del golpe. Llegamos a la capital alemana 20 minutos antes de lo previsto por lo que nos tomamos con bastante tranquilidad la hora de coger el billete del Regional para llevarnos a Ostbanhof. Las máquinas para sacar los tickets están en diversos idiomas, el español entre ellos; al principio nos resultó bastante difícil sacar el billete ya que nuestra estación de destino no aparecía por lo que decidimos ir coger el billete destino Alexandreplatz y que pasara lo que tuviera que pasar. Nuestra sorpresa al llegar al RE7 fue que Ostbanhof era la segunda parada.



Llegamos a nuestro hotel, Innside Berlín, sobre las 20.35, demasiado tarde para poder hacer una visita a todos los monumentos más importantes de la ciudad pero el East Side Gallery estaba alado del hotel y fuimos a visitarlo casi sin pisar la habitación. Este monumento se trata de un kilómetro y medio del muro con grafittis realizados por diversos artistas, entre ellos, destaca "el beso". No puedo evitar tocar y mirar el muro por su historia, aunque no lo parezca marcó un antes y después en la historia mundial.








Después de cenar, por fin llegamos al hotel, en donde nos llevamos una grata sorpresa por la amabilidad del recepcionista y también por la habitación, la cual era bastante amplia, con una pequeña cocina y con la ducha en medio del baño y de las camas por lo que nos hizo bastante gracia.

Vista exterior
Vista de la habitación desde la cama
A pesar de estar poco más de 4 horas en Berlín, sentimos que estamos en un lugar clave de nuestra historia reciente por lo que el siguiente día se avecinará lleno de emociones y sorpresas.

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